Por motivo del 50 Aniversario de los Juegos Olímpicos de la ciudad de México en 1968, “Yo tambien corro en Tijuana” les presenta una serie de notas acerca de las fascinantes historias del atletismo acontecidas en estos memorables Juegos Olímpicos.
La medalla que solamente le dejó “amargura” a José 'El Sargento' Pedraza en México 1968
El inicio de la escuela mexicana de la marcha fue doloroso pero lleno de un legado digno de ser contado.
En la historia de los Juegos Olímpicos, México cuenta con 62 medallas ganadas, 13 de oro, 21 de plata y 28 de bronce. De todas ellas, hay una muy especial por ser quizás la más emocionante, pero también la más agridulce.
Este relato comienza un 19 de septiembre de 1937, fecha en la que nació José Pedraza Zúñiga en el Rancho La Mojonera, Alcaldía de Nahuatzen, Michoacán.
Desde pequeño, el joven José quedó maravillado al ver a los soldados que cuidaban toda la periferia michoacana y a los 15 años decidió enlistarse en el Ejército Mexicano, cuestión que explica la razón por la que es famosamente conocido como ‘El Sargento’ Pedraza.
Pero a la par de su afición por la milicia, ‘El Sargento’ tenía como su máxima meta competir en unos Juegos Olímpicos, dos intentos fallidos en los 3,000 metros Steeplechase para Roma 1960 y en 5,000 y 10,000 metros para Tokio 1964 no lo detuvieron.
Lejos de acongojarse, la pasión por el atletismo se incrementó al conocer en agosto de 1964 a Eutiquio del Valle Alquicira, quien al verlo lo encaminó por la especialidad de la marcha en el Deportivo Plan Sexenal.
Con los próximos Juegos Olímpicos a celebrarse en la Ciudad de México en 1968, Pedraza empezó a destacarse en competencias internacional y formó parte de potente equipo azteca que ya estaba siendo entrenado por el ‘Padre de la Marcha’ el polaco Jerzy Hausleber a partir de 1966.
Sin embargo, Pedraza no olvidaba sus raíces y comentaba que a pesar de las grandes enseñanzas de Eutiquio del Valle Alquicira y Jerzy Hausleber su verdadera mentora fue su abuela ‘Panchita’ quien desde los 11 años le enseñó “las mañas de la marcha”.
Con todos estos antecedentes en su espalda, llegó el día histórico, 14 de octubre de 1968, la competencia de los 20 kilómetros de caminata por la calles de la capital mexicana, comenzando y terminando en el Estadio Olímpico Universitario.
La competencia fue extenuante, pero el final fue único.
El ‘Sargento’ entró al estadio en tercer lugar, detrás de dos soviéticos, ya dándole la vuelta a la pista de tartán rebasó a menos de 300 metros de la conclusión a Nikolai Smaga.
El estadio estalló con un grito de apoyo al unísono, la meta estaba cerca y Vladimir Golubnichy a la vista, pero al llegar al final el competidor de la URSS llegó primero con un tiempo de 1 hora 33 minutos y 58 segundos, Pedraza llegó dos segundos atrás ( 1 hora 34 minutos y 0 segundos) con un rostro lleno de frustración y coraje cruzó la meta y levantó la mano recriminándose a sí mismo no haber podido ser campeón olímpico.
Fue así como México ganaba su primera medalla como anfitrión de los Juegos Olímpicos, no fue de oro, fue de plata y, aunque todos vitoreaban a José Pedraza, el ‘Sargento’ siempre mencionó que “esa pinche medalla sólo me dejó amargura”.
Ascendido a Capitán 2º de Transmisiones desde 1977, José Pedraza acabó sus días como entrenador de caminata en el Deportivo Hacienda y en Promoción Deportiva del Departamento del Distrito Federal, falleció el 1 de junio de 1998 a los 61 años de edad de un mal hepático.
Aunque ‘El Sargento’ no lo valoró al máximo, fue el atleta precursor de la gran escuela mexicana de la caminata, fue el primero en ganar una medalla olímpica para su país en esta especialidad y después de él vinieron Daniel Bautista (oro en 20 kilómetros Montreal 1976), Ernesto Canto (oro en 20 kilómetros en Los Ángeles 1984), Raúl González (plata en 20 kilómetros y oro en 50 kilómetros en Los Ángeles 1984), Carlos Mercenario (plata en 20 kilómetros en Barcelona 1992), Bernardo Segura (bronce en 20 kilómetros en Atlanta 1996), Noé Hernández (plata en 20 kilómetros en Sídney 2000) y Joel Sánchez (bronce en 50 kilómetros en Sídney 2000).
Los siete andarines y las ocho medallas (tres oros, tres platas y dos bronces) que le siguieron a José Pedraza en la marcha, usaron al ‘Sargento’ como su máxima inspiración, un legado imborrable en el deporte olímpico mexicano.
Un hombre que dejó escuela y que junto con Jerzy Hausleber como entrenador, son los máximos responsables de que la marcha siga siendo la especialidad que más veces ( tres) ha causado que el Himno Nacional Mexicano se haya entonado con los famosos cinco aros como testigos.
Por: Dan Fridman Stalnicovitz
Fuente: univision.com
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