El Maratón Gobernador.
Corría solitario, ya no sentía las piernas, el cansancio me invadía, tenia mucha sed, solo me concentraba en seguir la línea de cal en el pavimento, mi mente fija en terminar los 42 kilómetros, no sabia exactamente en cual iba.
- ¿Ya pase el 34 o era el 35?
- ¿Que pasó con los demás corredores? - me preguntaba.
Ya hacia rato que no veía a nadie, ni tampoco un puesto de abastecimiento.
- ¿Me habré equivocado en la ruta?- pensé.
Pero no, había seguido la línea marcada y la señal medio borrada de cada kilometro.
La poca gente que me animaba a seguir, me indicaba que iba bien, solo era cuestión de aguantar el cansancio y seguir y seguir…
Era un 31 de diciembre en los años setentas y era el Maratón Gobernador en la ciudad de Mexicali. Varios corredores tijuanenses, la mayoría muy jóvenes, nos animamos a correr por primera vez un maratón, ¿el entrenamiento?...unas dos o tres veces habíamos corrido 15 o 20 kilómetros, nada mas, lo demás, la preparación habitual para carreras de 5 o 10 kilómetros y las competencias de pista que a veces organizaba el “Sub” Grijalva en la pista de tierra de la Casa de la Juventud (hoy Crea).
Entusiasmados nos fuimos a Mexicali a despedir el año, emprendiendo esa gran aventura de correr un maratón. Los favoritos de Mexicali, eran un corredor bajito y otro alto, Nabor Gómez y Jorge Castillo. De Ensenada; Porfirio Serna, que de ser muy bueno en la bicicleta, prefirió correr a pie con gran éxito siendo el primer ganador de este Maratón en 1967.
Podría ganar algún americano, (los kenianos vendrían muchos años después), pero de Tijuana no había nadie con experiencia en distancias tan largas; podría ser Arturo “Chivo” Vázquez o Carlos Ortiz, que eran los mejores desde los mil 500 en pista, hasta los 10 kilómetros en ruta.
Éramos solo alrededor de 50 corredores, entre ellos mi hermano Paco, que era creo mas entusiasta que yo; estábamos en el maratón que después seria el mas antiguo de México.
Salí lento, quería guardar energías para el largo recorrido, me sentí bien, fuerte ágil, pero me preocupe porque pronto perdí de vista a los punteros.
- No importa el lugar, solo quiero terminarlo - me dije.
Germán Rodríguez Sr. en los años 70s |
Sentí que había recorrido todo Mexicali cuando después de pasar por las calles del centro, pase el kilometro 30 ya sin la energía del principio, todo me pesaba, las piernas, los brazos, como que de repente no sabia donde estaba y como autómata seguía esa línea de cal, los carros me pasaban cerca, no veía seguridad alguna, me imaginaba que iría por ahí en el lugar 20, no estaba seguro.
Buscaba un abastecimiento, pero nada, tenia sed y vi un carrito de frutas con el vendedor distraído, apure un poco el paso y me robé 2 naranjas, (no había otra), el vendedor me gritó y se fue detrás de mi.
- Tengo sed, llevo mas de 35 kilómetros- y como que entendió todo.
- Esta bien llévatelas - me dijo.
Las naranjas que devoré me reanimaron y mas porque empecé a reconocer la zona de la unidad deportiva donde estaría la meta.
- Ya falta poco, aguanta - me dije.
Por fin llegué tambaleante a la pista de tierra y con sorpresa escuché;
- Tienes que dar 5 vueltas mas a la pista -
- No puede ser, 2 kilómetros mas - pensé.
Otra sorpresa mas fue cuando oí que el anunciador decía que yo era el decimo corredor en llegar, dentro de mi cansancio eso me llenó de alegría, porque sabia que habría premios a los 10 primeros lugares varoniles, (todavía no corrían mujeres en ese maratón).
Faltaban dos vueltas cuando vi a un corredor alto que iba enfrente de mi, pero corría trabajosamente, vi como se le doblaban las piernas, lo reconocí; era Jorge Castillo uno de los favoritos, se veía mal, lo pase animándole a seguir.
- Vamos Jorge falta poco - me vió con la mirada perdida.
- No se vaya a desmayar - pensé.
Con trabajos llegué a la meta en el noveno lugar absoluto, mi tiempo fue un poco mas de 3 horas, jamás había corrido por tanto tiempo. Al pararme, de inmediato sentí un calambre en una pierna y al caer al suelo, un segundo calambre en la otra. Me atendieron bien y pronto, lo recuerdo bien, era un gran corredor de pista de esos tiempos; Isaac Tochijara, muy veloz en los 400 metros, ahora la hacia de masajista y paramédico.
Jorge Castillo logró llegar, pero se desvaneció en cuanto llegó a la meta, mi hermano terminó minutos después también muy agotado y después supe que varios de los mejores corredores del estado habían abandonado, salieron muy rápido al inicio y pagaron caro su inexperiencia.
Supe también que Nabor Gómez fue el ganador y después de descansar un poco;, me di un obligado baño con agua fría (no es que acostumbrara hacerlo así, es que no había agua caliente en los baños de la unidad deportiva). En la premiación me dieron un gran trofeo de noveno lugar, me sentía el ganador del maratón.
Para algunos de los corredores tijuanenses que participamos en esa aventura, esa noche hubo una celebración especial, pues aparte de la llegada del año nuevo, celebramos el terminar nuestro primer maratón.
Fue una gran experiencia en esos primeros años del Maratón Gobernador que ahora tiene mucho mas participantes, con muchos mejores premios, mas seguridad, y abastecimientos suficientes.
Los tiempos cambian y si son para mejorar, que bueno.
“Un maratón es como la vida con altibajos, pero una vez que lo has terminado sientes que puedes hacer cualquier cosa”
“Un maratón es como la vida con altibajos, pero una vez que lo has terminado sientes que puedes hacer cualquier cosa”
Por: Germán Rodríguez Solis
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